Puede que muchos padres y niños consideren que los relojes inteligentes son el regalo estrella de esta Navidad, pero no todo el mundo siente el mismo éxtasis con este tipo de productos llenos de color, con grandes pantallas y decorados con los dibujos animados favoritos de nuestros hijos. Estos smartwatches están dirigidos a niños entre los cinco y 12 años y algunos ponen en duda su seguridad y su privacidad. Los últimos han sido los alemanes. La Agencia Federal Alemana de Internet ha prohibido este mes la venta de smartwatches para niños que cuenten con una función que permita el “espionaje” y ya ha tomado medidas contra varias ofertas del producto en Internet.
“Creemos que los padres los usan para espiar a sus hijos, a través de una aplicación y el micrófono que incluyen”, se lee en un comunicado. Y estos relojes “no pueden ni deben ser usados como dispositivos autorizados para este tipo de transmisión, que es ajena al dueño del reloj”, explica Jochen Homann, presidente de la agencia en el texto. “Nuestra investigación sobre estos productos descubrió, por ejemplo, que los padres los estaban usando para escuchar a los maestros mientras daban clase a sus hijos”, añade el experto. La oferta de estos relojes es muy amplia en el mercado europeo y muchos de ellos incluyen una función que permite escuchar de forma remota las conversaciones del dueño y su entorno.
Según se explica en el comunicado, casi todos incluyen una tarjeta SIM, con las llamadas restringidas de serie, pero que pueden ser controladas por una app. La aplicación, cuyo dibujo es un monitor, suele contar con una función con la que se puede acceder a su micrófono desde ubicaciones remotas y permite al usuario llamar con el reloj a cualquier número sin que el niño se dé cuenta. Esto permite que el usuario pueda escuchar a escondidas las conversiones del dueño. “Este tipo de función, grabar conversaciones sin el consentimiento de todas las personas involucradas, está prohibido en Alemania”, se recalca en el comunicado.
Tras la decisión, también se recomienda a las familias que tengan estos relojes en casa deshacerse de ellos con la mayor brevedad posible para evitar riesgos. En particular, la Agencia recomienda a los colegios estar atentos a si sus alumnos tienen algún reloj de este tipo.
La Agencia actuará sobre los vendedores y dueños de estos productos. A estos últimos, se les notificará que tienen que destruirlos y mandar a las autoridades evidencias de que lo han hecho. Tras demostrar que el aparato ha sido inutilizado, la autoridad competente le mandará al ciudadano un “certificado de destrucción”.
Esta agencia no es la única que ha denunciado los riesgos que tienen para los más pequeños los juguetes tecnológicos, denominado conectados. El mes pasado, el Consejo Noruego del Consumidor publicó un informe sobre los relojes inteligentes para niños, lo que generó inquietudes acerca de los fallos de seguridad y las preocupaciones sobre su privacidad, entre otros. Y el año pasado, grupos de consumidores en Estados Unidos denunciaron dos productos que contenían micrófonos y enviaban las conversaciones grabadas “a agencias de mercadotecnia y publicidad”. Uno de ellos, My Friend Cayla, también tuvo muchas críticas en Alemania.