Puede que el nombre de Megan Massacre no le diga nada a muchos, pero en realidad es una de las artistas tatuadoras más cotizadas de Estados Unidos. Además de una de las más mediáticas, ya que se le ha podido ver en programas como NY Ink o el divertidísimo America’s Worst Tattoos del canal por cable TLC. Aprovechando que andaba por Barcelona presentando los modelos exclusivos que ha co-creado con la firma Happy Socks (usando su motivo insignia: la calavera), la primera pregunta era obligada: ¿Alguna vez se había imaginado cambiando la piel por calcetines?

“La verdad es que nunca lo pensé, pero me encanta porque esta es una forma de poder mostrar mis diseños al mundo y que la gente que tiene pánico a la aguja pueda llevar algo expresamente diseñado por mí. De siempre me han encantado las calaveritas de azúcar típicas de México. Es más, siempre ha sido uno de los dibujos que más me han pedido mis clientes. Por ello no podían faltar en estos calcetines”, comenta.

Megan ahora tiene 31 años, pero nada más cumplir los 18 decidió abandonar su Filadelfia natal para, como muchos otros, probar suerte en Nueva York. Aunque, por raro que parezca, cuando puso el primer pie en la Gran Manzana su piel estaba completamente virgen de tatuajes. “Hasta que no llevaba seis meses trabajando en un estudio no me atreví a hacerme uno”, confiesa, “principalmente porque en Estados Unidos es ilegal tatuarte con menos de 18 años, pero también porque no tenía ni pajolera idea en aquel momento de qué tatuarme. Eso es algo muy común. El primer tatuaje siempre es el más complicado porque siempre asaltan dudas, aunque cuando ya has dado el paso todos los que vienen después resultan mucho más fáciles de decidir”. Ella es un buen ejemplo de ello.

Cuando se le pregunta por los tatuajes que luce ahora mismo contesta “que entre veinte y treinta”, así en general, “porque la verdad es que he perdido la cuenta”. No obstante, al igual que muchos de los personajes que se paseaban por America’s Worst Tattoos, con el paso del tiempo se arrepiente de algunos por mucho que aún los siga luciendo con orgullo. “Todos cometemos errores, incluida yo. Algunos de los primeros tatuajes que me hice sí que ahora me desagradan porque han pedido valor o porque directamente los considero feos, pero a absolutamente todos les tengo cierto cariño. Incluido el primero de todos, que fue una ilustración de anime. Con los años, indiscutiblemente, todos cultivamos el buen gusto”, opina al respecto.

La gente se hace tatuajes por motivos muy diversos, desde recordar algo o a alguien del pasado hasta por cuestiones estrictamente estéticas. Asimismo, en muchísimas ocasiones me piden hacer tatuajes de mascotas, lo cual lo encuentro monísimo. Os sorprendería saber la cantidad de gente que lleva a su gatito en el brazo”, explica. Pero, ¿a ella qué es lo que más le gusta tatuar?

“Más allá de las calaveritas disfruto muchísimo haciendo imágenes realistas en color, casi fotográficas. Aunque eso sí, si el cliente me plantea un tatuaje del que no estoy segura directamente le digo que no o le recomiendo a otra persona para hacérselo. Hay tatuajes que son horribles, como por ejemplo los que lleva Mr. Cool Ice. Y también me parecen muy marcianos aquellos que muestran un retrato de un bebé. Ver a alguien muy mayor con un tatuaje de un niño pequeño es algo que siempre me ha chocado. Hay que tener en cuenta que los retratos son dificilísimos y no todos los artistas tatuadores están capacitados para hacerlo”.

En 2014 cumplió su sueño de tener su propio estudio, Grit N Glory, situado en pleno corazón de Manhattan. “La responsabilidad es enorme cuando tienes tu propio negocio, pero esto demuestra que las artistas tatuadoras estamos pisando muy fuerte desde los últimos años. Cuando empecé apenas había mujeres que se dedicaban a esto, así que me enorgullece ser una de las pioneras y un referente para muchas. Sin duda, debemos apoyarnos entre nosotras porque hay muchísimo talento femenino oculto”, reivindica Megan justo cuando un seguidor se le acerca y le aborda diciéndole “¿qué podrías hacerme una de esas calaveras tuyas en la espalda?”. La aguja rompe su silencio.

 

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