Australia participará en su quinto Mundial, el cuarto consecutivo, y cumple un pleno de tres desde que se integró en la Confederación Asiática con el objetivo de mantenerse competitiva e incrementar sus opciones de evitar repescas para acceder a la gran competición futbolística. No lo pudo evitar en esta oportunidad y se abocó a disputar dos eliminatorias ante Siria y Honduras para sacarse el billete a Rusia. Les costó más a los australianos superar a los primeros que a los segundos, sometida la selección centroamericana en Sydney sin mayor respuesta que la de exponer su honor con un gol en la última jugada del partido (3-1).

PERÚ Y NUEVA ZELANDA SE DISPUTAN LA ÚLTIMA PLAZA

Con el pase de Australia el Mundial de Rusia ya tiene a 31 de sus 32 participantes. Perú y Nueva Zelanda (3,15 h. de la madrugada del miércoles al jueves en España). Las selecciones ya clasificadas son las siguientes:

Europa: Rusia, Bélgica, Inglaterra, Francia, Alemania, Islandia, Polonia, Portugal, Serbia, España, Suiza, Suecia, Croacia, Dinamarca

Asia: Irán, Japón, Corea del Sur, Arabia Saudí, Australia

Sudamérica: Brasil, Uruguay, Argentina, Colombia

Norte y Centroamérica: México, Costa Rica, Panamá

África: Nigeria, Egipto, Marruecos, Túnez, Senegal

Venció sin brillo Australia, muy superior a su rival. Honduras salió al campo con un evidente y pobre objetivo: mantener el empate a cero de la ida y dejar pasar los minutos en esa paridad con la esperanza de que apareciese una opción en ataque. Ni la buscó ni se presentó siquiera cuando los australianos ya goleaban. Sin ni siquiera rebelarse a su suerte, Honduras se queda fuera de un campeonato al que no había faltado en las dos últimas ediciones.

No tuvo prisa Australia, que en cierto modo es un equipo prisionero de una paradoja porque trata de jugar en modo combinativo con futbolistas con querencia por el fútbol directo. Hay un poco contracultural en el estilo que pregona Ange Postecoglou, pero sobre todo existe también el singular acento competitivo de los deportistas australianos. Nunca es sencillo doblegarles y en todo caso para lograrlo es necesario exponer algo más que Honduras, tibia en el partido de ida en su feudo de San Pedro Sula, nula en Sydney, donde Australia tomó la pelota de inicio y la manejó sin encontrar la profundidad, sin excesivo empuje, tampoco sin llegadas. Hubo un momento, mediada la primera parte, en el que Honduras hasta se encontró a gusto viendo transitar los minutos sin que su meta se viese abordada. Le faltó colmillo a Australia hasta que al poco de regresar del descanso redobló su asedio, hizo recular a su rival y propició varias acciones a balón parado que le hicieron sentir el aliento de un gol que llegó con fortuna, también con justicia y con mensaje.

Ocurrió que Jedinak chutó una falta y la pelota se estrelló en el cuerpo de Henry Figueroa y se fue a la red. Ocupado en guardar su meta, el zaguero hondureño estaba varios pasos por detrás de donde debía. Demasiado tráfico ante la portería que defendía Escober. No solo no hubo réplica hondureña ante la desventaja sino que cuando brotaron los espacios Australia creció y se convirtió en inabordable, con capacidad para mover la pelota y con llegada, sin sufrimientos ante un oponente romo. Marcó de nuevo Jedinak al transformar un penalti en una acción dudosa en la que pareció tocar la pelota con la mano Bryan Acosta. Restaban veinte minutos para el final y Australia ya jugaba sin su bandera, el veterano Tim Cahill, que dolorido por una lesión sin recuperar del todo se fue al banquillo tras forzar al límite de sus posibilidades.

Veinte minutos por jugar y dos goles por delante en el marcador no es un buen recuerdo en Australia. En ese punto se le escapó una memorable repesca hace veinte años contra Irán. Pero la historia no siempre se escribe dos veces. Ni tampoco Honduras tiene los mimbres de aquella fantástica selección persa. Australia gestionó la ventaja con suficiencia y encontró un nuevo penalti, incontestable, para que Jedinak rubricase la clasificación con su tercer tanto.

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