El técnico Giampiero Ventura fue la cara visible del fracaso de la selección italiana, que no logró clasificarse al Mundial de Rusia 2018, y fue destituido oficialmente este miércoles por la Federación de Fútbol transalpina (FIGC). Ventura, que decidió no dimitir y se remitió al contrato que firmó hasta junio de 2018, recibió la noticia de su destitución desde su residencia de Bari (sur de Italia), a la que regresó tras la eliminación sufrida ante Suecia en la repesca Mundial.
El entrenador italiano, que cumplirá 70 años el próximo 14 de enero, terminó de forma muy negativa y entre las polémicas del entorno una experiencia en el banquillo “azzurro” en la que nunca logró imponerse concretamente como líder del vestuario. Fue contratado por el presidente de la FIGC, Carlo Tavecchio, el 7 de junio de 2016 después de que el entonces seleccionador, Antonio Conte, anunciara que pasaría al Chelsea inglés tras guiar al equipo transalpino en la Eurocopa de Francia.
Se trataba de un gran reto para Ventura que, tras una larga carrera en las categorías menores italianas, llevaba cinco temporadas entrenando al Torino, un equipo de glorioso pasado pero de nivel medio en los últimos años. Y este salto fue inclemente con el entrenador genovés, que terminó arrollado por la presión y la exigencia que supone sentarse en el banquillo de la selección “azzurra”. “Me habían avisado de que habría críticas, pero no imaginaba que fueran tan fuertes”, declaró el ya exentrenador de Italia en la rueda de prensa previa al duelo de vuelta de la repesca contra Suecia. Si hasta el pasado verano sus resultados fueron globalmente satisfactorios, la visita a España en el estadio Santiago Bernabéu marcó el comienzo de la inflexión.
Ese encuentro, en el que italianos y españoles se jugaban la primera plaza en la fase de grupos para clasificarse a la Copa del Mundo, terminó con un contundente 3-0 de los jugadores de Julen Lopetegui y provocó la fractura definitiva entre la plantilla y el entrenador. De allí, los “azzurri” solo ganaron dos de los siguientes cinco partidos, con apenas tres goles marcados, y su momento negativo culminó en la eliminatoria contra Suecia, en la que Italia no logró anotar ni una diana en 180 minutos. La falta de ideas de juego fue uno de los principales límites del cuadro transalpino, que llegó a los cruces decisivos del año todavía sin tener un módulo claro ni una preparación táctica suficiente.
La confusión en la que se hundió Ventura fue evidente tanto en el partido de ida de la repesca jugado en Suecia como en la vuelta de Milán, cuando varios jugadores mostraron su malestar con las decisiones tácticas de su entrenador. El veterano Daniele De Rossi fue el que más se quejó en el duelo del lunes, cuando se negó a calentar y pidió de forma tajante que entrara un delantero para intentar ganar el partido ante Suecia.
Así, dos días después de esa debacle deportiva, económica y social, la cúpula de la FIGC se reunió en Roma y anunció poco antes de las 18.30 locales (-1 GMT) el fin de su relación con Ventura. Sin embargo, las razones del fracaso italiano no pueden limitarse solo a la figura de Ventura y, por esto, el Consejo de la Federación se reunirá en breve tiempo para razonar sobre eventuales nuevos cambios en su organigrama.
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