No llueve. No está nublado. Stamford Bridge luce radiante al sol de la tarde y en las gradas no hay más ambiente de derby que de comilona de empanadas de carne. No llueve sobre Londres pero la hinchada local canta como si estuviese empapada y perpleja. Esto cada día se parece menos al viejo fútbol de las Islas. El espectáculo que le brinda su equipo es digno de la Cremonese.

Chelsea

3-4-2-1

ANTONIO CONTE

13

Courtois

30

Tarjeta amarilla

David Luiz

28

Azpilicueta

24

Cahill

15

Víctor Moses

3

Marcos Alonso

7

Kante

4

Cesc

22

Willian

11

Pedro

9

Tarjeta amarilla

Morata

33

Cech

18

Monreal

6

Koscielny

20

Mustafi

8

Ramsey

29

Xhaka

24

Tarjeta amarilla

Hector Bellerin

31

Tarjeta amarilla

Kolasinac

23

Cambio

Welbeck

9

Cambio

Lacazette

17

Cambio

Alex Iwobi

Arsenal

3-4-2-1

ARSÈNE WENGER

Corre el minuto 90 y el Chelsea-Arsenal está 0-0. Marcos Alonso alcanza la línea de fondo, levanta la cabeza en busca del destino de su centro, pero lo que ve le disuade de intentar el envío. En el área del Arsenal no hay un solo atacante de su equipo. Solo el mediocentro defensivo, N’golo Kanté, rodeado de tres defensas, espera un balón que tiene todas las de perder.

La Premier anuncia un producto vibrante y atrevido que la realidad de los partidos casi nunca ofrece. La última jugada de ataque del Chelsea contra el Arsenal en el gran derby de Londres, uno de los partidos supuestamente más atractivos de la jornada, resume las contradicciones del campeonato.

El Arsenal se ha gastado 300 millones de euros en refuerzos durante los últimos cuatro años. El Chelsea lo ha superado con 550 millones, un presupuesto solo equiparable al del PSG. Se supone que toda esta inversión ayudaría a transformar la Liga inglesa en una competición más atractiva, pero eso, de momento, no se produce. El Arsenal y el Chelsea proponen estilos opuestos. Pero coinciden en lo fundamental. Ambos equipos juegan cada vez peor, lastrados por plantillas que pierden recursos.

Furia y prudencia, alternativamente, hicieron del encuentro un trámite opaco. La expulsión de David Luiz por un planchazo rabioso sobre Kolasinac en el minuto 87 provocó una decisión muy frecuente en Antonio Conte: con tal de no modificar el esquema táctico quitó a Morata y tapó el hueco dejado por David Luiz con Christensen. Un central por otro porque la prioridad es preservar la forma de la defensa de cinco. El mensaje es nítido: el 0-0 es un resultado conveniente. Todos parecen comprenderlo menos Alonso que insiste llevándose un balón por la banda y procurando el gol de la victoria en un esfuerzo inútil, porque solo le acompaña Kanté. Y Kanté no es un goleador: suma tres goles en tres temporadas en Inglaterra.

El Chelsea reivindica el espíritu del calcio en el más inhóspito de los territorios. El Chelsea es el último bastión de un entrenador italiano en la Premier. Un resabio extraño, a poco más de un año del triunfo del Leicester de Ranieri. Aquél éxito, que alumbró un tibio amago de italianización, ha tenido muy pocas repercusiones en un ámbito cultural poco receptivo a los cálculos de pizarrón. El público y los dirigentes ingleses no acaban de soportar este tipo de fútbol.

La agresión de David Luiz expresa el disgusto de los jugadores ante la incapacidad de completar una sola jugada elaborada. El Chelsea consumió la tarde enviando pelotazos frontales a Morata desde todos los ángulos de su retaguardia. Con todas las ventajas para los centrales rivales. En Stamford Bridge los únicos que parecieron satisfechos este domingo fueron los centrales. Especialmente Koscielny, Mustafi y Monreal, que solo debieron defender pelotazos de cara. No hay tarea que agrade más a un central. Mortata lo padeció progresivamente. Su mejor socio, Pedro, fue reemplazado por Bakayoko tras el descanso. Su otro asistente potencial, Cesc, acabó el partido bañado en sudor después de correr kilómetros sin tocar una pelota.

El Arsenal procuró elaborar sin elementos. El equipo sigue apagado y la baja de Özil por lesión agrava la falta de claridad de sus compañeros en el mediocampo. Wenger no ha dado con los jugadores adecuados para su modelo y trata de protegerse con una defensa de cinco. Cada decisión empeora a la anterior. La entrada de Alexis Sánchez en la segunda mitad eleva el pulso del partido, pero no es suficiente. Cunden las imprecisiones en los pases, las faltas, las anticipaciones de los centrales en las dos áreas. El 0-0 se inscribe como una sentencia inevitable. Imposible de alterar, al menos bajo estas circunstancias.

M. United

4-2-3-1

JOSÉ MOURINHO

1

De Gea

4

Jones

3

Tarjeta amarilla

Eric Bailly

18

Ashley Young

25

1 goles

Valencia

31

Matic

19

Rashford

27

Fellaini

8

Mata

22

1 goles

Mkhitaryan

9

1 goles

Lukaku

1

Jordan Pickford

4

Michael Keane

6

Jagielka

5

Tarjeta amarilla

A. Williams

3

Baines

2

Schneiderlin

15

Cuco Martina

17

Cambio

Idrissa Gueye

26

Cambio

Thomas Davies

10

Cambio

Rooney

18

Sigurdsson

Everton

3-4-2-1

RONALD KOEMAN

El Manchester United también se parece mucho a un equipo italiano. Su juego frente al Everton responde a la fórmula elemental del repliegue, el orden defensivo, y el balón largo. Pero terminó por golear (4-0) en el último cuarto de hora. Ahora es colíder con el City con 13 puntos, tres más que el Chelsea.

A diferencia de sus adversarios del sur, la enorme fortuna que se ha gastado el United en contrataciones a lo largo de las últimas cuatro temporadas (550 millones de euros) comienzan a cuajar en la idea de José Mourinho. El portugués es primo hermano de Conte en la gran familia de entrenadores tributarios del calcio. En el otro extremo ideológico, solo el City de Guardiola y el Tottenham de Pochettino parecen en condiciones de hacerle frente en estos días.

 

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