Un inédito debate se celebró el pasado viernes 27 de octubre en Londres. Ocho consejeros delegados y presidentes de las mayores petroleras del mundo —BP, Shell, Total, Eni, Pemex, Repsol, Statoil y Saudi Aramco— debatieron con un grupo de analistas y ambientalistas sobre soluciones para el cambio climático. El diálogo, que duró más de dos horas y que estuvo marcado por una franqueza poco habitual a pesar de la presencia de periodistas, puso de manifiesto el enorme desafío que supone luchar contra el cambio climático y el poco tiempo que queda para hacerlo. Esta misma semana, Naciones Unidas informó de que la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera, el principal gas del efecto invernadero, se había incrementado nuevamente en 2016. “Las generaciones futuras heredarán un planeta mucho más inhóspito”, sentenció el organismo.
Para intentar evitarlo, las ocho petroleras mencionadas más la china CNPC y la india Reliance —responsables de más del 20% de la producción mundial— crearon en 2014 la OGCI (Oil and gas Climate Iniciative), un organismo que desde hace pocos meses ya tiene una responsable, Pratima Rangarajan (ex ejecutiva de General Electric y Vestas), un fondo de 1.000 millones de dólares, y tres proyectos para empezar a trabajar: uno para el almacenamiento de CO2, otro para la producción de cemento de bajas emisiones, y un tercero sobre motores para vehículos más eficientes. La intención es que estas startups generen una tecnología que, llegado el caso, pueda comercializarse para financiar nuevos emprendimientos de la OGCI.
Para algunos de los ambientalistas presentes en el debate, el esfuerzo es positivo pero lento y escaso, teniendo en cuenta la facturación de las empresas. “No tenemos otros 20 años”, insistió tajante Inger Andersen, directora general de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, en inglés). En esa línea habló Rachel Kyte, representante especial de la ONU y responsable de la iniciativa Sustainable Energy for All. “Estamos en un momento en el que hemos puesto un pie en la buena dirección, pero no hemos transferido todo el peso a ese pie”, declaró.
Ninguno de los jefes de las grandes petroleras negó la necesidad de actuar lo más rápido posible, pero también subrayaron las dificultades que acarrea la transición hacia energías más limpias. Especialmente vehemente fue Patrick Pouyanné, de la francesa Total, que recordó que será imposible que sólo con renovables —sector en el que estas petroleras tienen grandes inversiones— se pueda atender la demanda de una población creciente y que la clave pasa por reducir el uso de carbón en el mix energético mundial, sobre todo en las economías emergentes.
La OGCI cuenta con un fondo de 1.000 millones de dólares y ya eligió tres ‘startups’ para financiar
Josu Jon Imaz, de Repsol, defendió el uso del gas natural como sustituto del carbón y medio más realista para acelerar el cambio del modelo energético. “Europa debe dar el ejemplo en esto, sino como podríamos pedírselo a otros. Si Alemanía sustituyese el 45% de su mix que procede del carbón por gas, la reducción de las emisiones sería como si el 80% de todos los vehículos que circulan por Europa fueran eléctricos. Ese paso de Alemania no solo marcaría una enorme diferencia, sino que sería más barato que otras muchas politicas públicas en favor del medioambiente”, explica Imaz. “Pero este debate también atañe a España. Esta mañana [por el viernes], en nuestro mix el carbón aún suponía un 20%”, añadió Imaz.
Aparte de impulsar el uso del gas, uno de los objetivos clave que se han marcado los miembros de la OGCI es la de reducir las emisiones de metano que se producen en toda la cadena de producción del gas. Las emisiones de metano por la actividad humana, sobre todo de la industria petrolera, son responsables del 25% de las emisiones contaminantes. Rebajar esto no es substituto de la lucha contra las emisiones de dióxido de carbono pero es un complemento necesario.
Claudio Descalzi, de la italiana Eni, sostiene que lo primero es tener datos los más exactos posibles de cuánto metado emite la industria y en qué parte de la cadena están las mayores fugas. Aunque en los últimos ocho años los miembros de la OGCI redujeron a la mitad sus emisiones de metano, para Descalzi es necesario hacer más porque en el último año las rebajas han estado por debajo de lo deseable. En la cita de Londres, la OGCI anunció un acuerdo con la ONU y la ONG estadounidense Fondo de Defensa Medioambiental (EDF, en inglés) para hacer el primer estudio global de los efectos del metano. “La reducción de estas fugas es la alternativa más rápida y económica para frenar el calentamiento global”, declaró Fred Krupp, presidente del EDF.
Las apuestas claras son las de impulsar el gas para sustituir al carbón y rebajar el metano
Krupp enfatizó los estudios de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), que sostienen que es económicamente viable reducir un 75% las emisiones de metano con la tecnología disponible en este momento y que tanto como dos tercios del ahorro de esas emisiones se pueden lograr hacer sin grandes costes. “Este ahorro”, dijo, “podría tener en 20 años un impacto en la temperatura del planeta equivalente al cierre de todas las plantas de producción de energía eléctria con carbón que hay en China”.
Junto al objetivo de reducir las emisiones de metano, otro tema muy debatido fue la necesidad de impulsar las tecnologías para la captura, almacenamiento y reutilización del dióxido de carbono (CCUS, en inglés). Claire Perry, ministra británica de Industria y Cambio Climático, subrayó la importancia de desarrollar estos sistemas y llegó respaldada por el anuncio, 15 días antes, de un fondo de 132 millones de dólares para impulsar las tecnologías CCUS. La medida fue calificada de insuficiente por muchos grupos ecologistas pero lo cierto es que, junto a proyectos de otros gobiernos como el holandés e incluso el noruego —a pesar de haber reducido el presupuesto para estas tecnologías—, suponen una tibia renovación del compromiso europeo con estos sistemas. Añadido a esto, las aplicaciones industriales del CO2 están impulsando a empresas como Repsol —que ya hace polioles para poliuretano en Puertollano—, Shell, Total o Statoil, a invertir en CCUS.
Al margen de la cautela de algunos ambientalistas sobre los resultados que pueda lograr la OGCI, la actitud general del encuentro fue que toda iniciativa para impulsar la descarbonización del planeta es positiva. El dinero aportado no es mucho y se ha tardado mucho en invertir en los primeros proyectos concretos, pero la transparencia con la que se celebró el debate parece el mejor punto de partida para que la iniciativa gane influencia y credibilidad.